sábado, 2 de marzo de 2013

Una de puerperio y "depresión postparto": Me quede con las ganas de cogerle la mano y decirle, aquí estoy.

Ingresada en un hospital, intentando evitar el nacimiento prematuro de Martín con 32 semanas, se ven y escuchan muchas cosas. Anoche me toco el llanto incontrolado de una puérpara, que para quienes no conozcan el término puerperio, es lo que coloquialmente conocemos como cuarentena después del parto.

En un momento que entraron a ponerme mi medicina de media noche pregunte a la enfermera que pasaba, y me responde muy fácilmente: Una mujer que no para de llorar, no puede ni hablar, será una depresión postparto. Alucinando un poco por la gravedad de sus palabras le dije, mujer es que las hormonas y el parto. A lo que me respondió : si fue cesárea.

No quiero entrar en juzgar porque lloraba o si tenía o no depresión, cosa que debe diagnosticarlo un profesional y no una enfermera en el turno de la noche, o si fue por la cesarea o la ausencia del parto, el asunto es que me quede esperando a que alguien le dijera algo bonito, que la alentará o que simplemente le dijeran: llora tendrás algún motivo.

Nada de eso pasó, la acompañaba al parecer una mujer mayor, madre o suegra que no conecto en ningún momento con su tristeza, sólo pasaba el personal sanitario esperando que se callara rápido para no alborotar al resto de embarazadas y recién paridas de la planta de maternidad y obviamente, después se hizo la correspondiente llamada al médico. Yo me moría de ganas por desconectarme el suero con la medicina y salir corriendo a cogerle manó a decirle aquí estoy, estas triste, llora, te acompaño, se qué lo estas pasando mal. Pero no pudo ser.

Me da impotencia esta serie de cosas, sobre todo sí has leído a Laura Gutman y su libro la maternidad y el encuentro con la propia sombra. La impotencia de saber que muchas madres en ese desdoblamiento mamá bebe no están acompañadas y soportadas, y que como a muchas otras las tratarán de locas exageradas o deprimidas, cuando lo único que necesitaban era una mano tendida, un abrazo y un par de palabras cariñosas y comprensivas.



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